- Un tan mal tiempo para un tan bonito paisaje - miré hacia todas partes.
No, no me detuvo precisamente la lluvia, ni aquel maravilloso paisaje que me pasé minutos observando, sino un brazo en mi hombro. Era él, de nuevo..
- ¡Anda niña, ven, iremos a mi casa, pero en cuanto pare la lluvia te marcharás! - dijo con aquel extraño carácter hacia mi.
- Está bien, señor. - le dije algo tímida.
En ese momento, yo no sabía cómo reaccionar, ni qué decir, no sabía nada, me aterrorizaba aquella situación, un día oscuro, un brazo que me toca por sorpresa y un viejo rabioso.
Su casa estaba llena de recuerdos, era pequeña y acogedora, pero también era muy calentita ya que tenía una chimenea dónde él se pasaba los días tomando té. Seguidamente, el señor cerró la puerta y me preguntó:
- Y bien ¿Qué quieres tomar, té, chocolate caliente, café?
- Tomaré un chocolate caliente, por favor.
Pero.. Su carácter seguía siendo muy extraño conmigo, no era aquel señor que conocí el primer día, por lo que para mí parecía un completo desconocido. Pues nos sentamos a tomar un buen chocolate caliente, que con este mal tiempo, se agradecía, pero, no seguía pareciendo aquel señor, se me hacía raro estar allí y empezaba a estar más atemorizada que nunca, por eso, estaba callada, tomando mi taza de chocolate, como si nada, esperando a que él dijera la primera palabra, pero, algo le detenía, eran lágrimas en su cara..
Quizás debía irme de allí, pero algo me lo impedía, así que decidí darle esa oportunidad de permanecer junto a él, ya que por lo que sus ojos reflejaban, no era su mejor momento.
Capítulo 11 - Marie Evans: Recuerdos de una taza amarga.
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