Finalmente me quedé dormida entre aquella multitud de tulipanes que protegían mis ojos del sol. Pero, ya era demasiado tarde como para seguir dormida, ¡ya tendré tiempo para ello! el tiempo es oro y hay que aprovecharlo al máximo.
Unos chirridos de una puerta se escuchaban, seguidamente unos pasos se acercaban hacia mi, una sombra reflejada en el sol se acercaba. Era un señor, apenas lo vi, pero ya sabía que era un señor tan solo escuchando sus pasos y observando su sombra, era claramente un varón, él me observaba también a mí durante minutos, como si quisiera saber algo de mí, o querer decirme algo pero no saber como, se detuvo en el tiempo, como si no hubiera ni pasado, ni futuro. Se acercó un poco más a mí y agarró a Abrazitos, abrazándole muy fuerte, ya que el pensaba que yo estaba dormida pero que en realidad no era así y me enteraba absolutamente de cada cosa que ocurría en aquel momento, la sombra estaba detenida en aquel mismo lugar sin apenas moverse, me daba escalofrío, me daba miedo..
- ¡Pequeña niña! ¡Despierta ya, no debes dormir aquí, vete! - una voz muy aguda y enfadada me habló y me hizo levantarme de un sobresalto.
- ¡Señor! Lo siento señor, puedo explicarlo. Por favor, déjame que te explique, dame unos minutos, deja que hable contigo. - le respondí, con muy mala cara, ya que estaba en mi sueño, en esa misma casa, en ese mismo sitio.
- ¿Por qué me persigues como si yo algo de ti fuera? - preguntó curioso.
- Me cuidaste, me protegiste del frío, dormiste conmigo por no dejarme sola y.. al día siguiente, te fuiste sin explicación alguna, sé que eres tímido, que apenas hablabas conmigo pero, en aquellos momentos de soledad, tú estuviste como si fueras familiar mío - le expliqué detenidamente y con claridad.
- ¡Yo jamás te cuidé, jamás fui familiar tuyo! Te has debido confudir. ¡Deja de perseguirme a todas partes, vete a tu casa con los tuyos, deja mi jardín y mi casa en paz y vete por el mismo camino por donde has vuelto! - me dijo gritando y muy alterado.
Gritando a una pobre niña que ha querido agradecerle todo lo que él ha hecho y que quiere una explicación de por qué se fue dejándome allí muy sola, cogí mi bici, me fui de nuevo de camino a casa del Sr. Charles, ya que le prometí que volvería y, me detuve a mirar aquel hermoso paisaje, en realidad daba gusto estar allí, si no fuera por los gritos de aquel señor. Está claro que era aquel tímido señor que conocí en la calle en mis días de más extrema pobreza, pero no me explico aquel repentino cambio.. Pensé que jamás sería así conmigo, pensé que era un agradable señor, y ahora, me doy cuenta de lo que realmente es. Intentaré buscar alguna solución, por muy insistente que sea. No me quedaré de brazos cruzados.
Capítulo 10 - Marie Evans: Lágrimas de lluvia.
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