miércoles, 26 de febrero de 2014

Capítulo 11 - Marie Evans: Recuerdos de una taza amarga.

Publicado por Alba Alexander en 17:11
Pero permanecí allí, en silencio, durante unos minutos, esperé a que él diera la primera palabra, a que rompiera aquel incómodo silencio, pero no fue así, todo seguía tal cual, el único ruido eran los crujidos de aquellas antiguas escaleras que tenía en casa así que no pude evitar poner mi brazo en su hombro y servirle una taza más de chocolate caliente..

Pues él seguía, un tanto ¿atormentado, triste..? no sé exactamente, pero todo esto seguía siendo muy raro, su cara tapada ocultaba sus lágrimas, quizás no quería preocuparme pero había que buscar una clara solución a ello. Apartando su taza de la mesa acercó su silla a donde yo estaba y decidió hablar conmigo..
- Ven, pequeña - me dio un fuerte abrazo, mientras sus lágrimas eran cada vez mayores. Seguidamente, sacó aquel pergamino de papel que yo guardaba en la chaqueta.. 

 "Bryan J. Thompson, Sadovaya Street, 128".
"James Thompson, de alias Jamie, cuando era pequeño, en el colegio le llamaban Jamie, en la familia, siempre ha sido "El pequeño Jamie", aún pasando los años, el sigue siendo nuestro Jamie, fue un niño humilde e inocente que se convirtió en un hombre con grandísimo carácter, pero ante todo, grandísimo corazón.
Un día, todo se arruinó, él no pudo pagar sus impuestos, él tuvo que dejarlo todo y saber lo que era el frío, la calle y lo que realmente era sufrir, acostumbrándose a su nueva forma de vida, una vida muy dura. ¿Acaso a eso se le podría llamar vida?
Pasados los años, su vida iba siendo cada vez peor, él enfermaba y nosotros no podíamos hacer nada, pues por circunstancias de la vida fuimos separados y nunca más pudimos juntarnos, yo hice mi vida, con una maravillosa mujer y unos hijos estupendos pero, pasado el tiempo, se iban haciendo mayores e iban dejando atrás a sus padres, pues me quedé sin mujer e hijos y con poco dinero. Ella tuvo que marcharse, mis hijos, apenas meses sin verlos, tan solo mantengo contacto con ellos, alguna que otra llamada muy de vez en cuando, jamás quise separarme de mi hermano, pero, en cuanto pude saber de él, esa persona ya no era él, tenía el mismo corazón, la misma sonrisa, pero no tenía el mismo aspecto, la dura vida que él llevaba le había estropeado su imagen. Son tantas razones por las que estoy destrozado que mi vida ya no es lo mismo.."

- ¿Y bien? - Dije, después de haberme enseñado ese pequeño diario.
- Debes irte, no puedo contarte más, eres tan pequeña que no lo entenderías, Marie. - dijo entre lágrimas.
- Estaré aquí, contigo y te prometo que dejaré que sigas abrazando a mi peluche. - respondí sacandole una de mis sonrisas.
- Esta bien, pequeña, te lo contaré claramente.. 

Secándose las lágrimas, pero un tanto intranquilo, él me explicó todo aquello..

Yo, no soy yo pequeña Marie, en realidad, somos nosotros, yo soy Bryan, él, Jamie. Años atrás, cuando mi familia acabó rota, decidí ver a mi hermano en Sadovaya Street, 128, era un lugar donde no podían vernos, ya que nos lo tenían prohibido, pero, él nunca apareció y entonces, empezamos a alejarnos, cada uno con sus vidas. Durante años, tuve la esperanza de ir allí y encontrar a Jamie pero no fue posible el encuentro, ni darle un abrazo, ni poder pasar tiempo con él, ni recordar viejos tiempos cuando éramos realmente hermanos, estábamos muy unidos que todo, absolutamente todo me hace pensar en él, ya que él fue mi gemelo, estuvimos unidos como si de mejores amigos se tratara y nunca más volví a saber de él.
Años más tarde, exactamente hace unos meses supe de él, pero jamás pude controlar mis lágrimas, mis nervios por verle, ni pude aceptar que esa enfermedad se lo estaba llevando muy poco a poco. Por eso, aquel día, él no se fue, sino que la ambulancia se lo llevó, él jamás quiso llevarte al hospital porque no quería verte sufrir, por este motivo, se lo llevaron tan sólo a él, ya que él tenía esperanzas de volver allí contigo, pero no sin antes dejarte su chaqueta, con aquel pergamino de papel y esa calle a la que tú fuiste para poder volver a verle y también aquel sueño, que te trajo aquí, creo que todo encaja o que es una señal, pero, no puedo seguir contándote más, eres una niña y debes de ser feliz.

- ¿Entonces? ¿Me estás diciendo que no eres ese señor, sino su hermano? - dije muy sorprendida pero a la vez muy confusa.
- Así es.
- Entonces me iré y no volveré..
- ¡No te vayas pequeña Marie! - dijo, de nuevo, sintiéndose muy solo.
- Debo volver, tú no eres Jamie, tú te has enfadado conmigo, cuando me viste en el hospital y cuando me viste aquí, ¡Tú eres malo! - salí corriendo dando un enorme portazo, muy enfadada y con muchas lágrimas en mi cara.

Esta confusión era terrible, ya no sabía ni adónde dirigirme, estaba lejos de casa, me daba pereza volver, es más, en este preciso momento no sabía ni el camino de vuelta, ni era el momento para volver ya que estaba oscureciendo.

Es increíble hasta dónde pueden llegar a guiarte los sueños. 


Capítulo 12 - Marie Evans: Memorias de la vida.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.