Jueves, 20 de diciembre.
El suelo estaba mojado, el clima era frío y la lluvia se había calmado, abrí los ojos y miré a mi alrededor, no había nadie, ni aquel viejo y simpático señor de pelo canoso, estaba tapada con su chaqueta olvidada, abrazada a mi peluche, en aquel sitio tan acogedor, pero a la vez tan solitario, entre viejos cartones, decidí levantarme, haciéndome un sinfín de preguntas ¿Qué hacía aquí? ¿Por qué ese señor se había ido? Incluso en cómo me las iba a apañar ahora, giré mi cabeza, seguía estando sola, sin nadie a mi alrededor, por lo que decidí levantarme y seguir por mí misma hacia otro camino, el viento guiaba mis pasos, estaba perdida en esta nublada y fría ciudad de San Petersburgo, mi aspecto era cada vez peor, de casualidad, encontré un parque enfrente mía, me acerqué y, afortunadamente, había una fuente, donde podía beber agua, lavarme y también aprovechar para lavar a Abrazitos, no era gran cosa, nada de esto es gran cosa, por lo que decidí seguir caminando, mis bolsillos estaban vacíos, mi mente sin rumbo, mis pies seguían una dirección, la chaqueta de ese señor protegía mi fría piel de gallina, pues aún seguía caminando, con la esperanza de poder encontrar a ese tímido y amable señor. El día cada vez era más frío, como cada vez yo estaba más sola, eran tantas cosas..
Me asomé a un pequeño callejón, un sitio pequeñito, donde habían una clase de personas muy iguales a mí, pero a la vez tan distintas, al asomar mi cabecita y no ver a aquel señor, decidí acercarme a todo este grupo de gente, ellos eran de su misma edad.
- H.. Hola. Soy Marie, una niña de 11 años, perdí a mis padres, ahora estoy sola. Voy en busca de un señor canoso, viej.. ¡Fueeeeeeera! - Un fuerte gritó me echó de aquel callejón, parecía gente un tanto conflictiva.
Aún seguía con la esperanza de aquel encontrar a aquel viejo señor, yo nunca he perdido la esperanza y tengo que seguir con esta búsqueda, parece buen señor, sé que él podría ayudarme y ser mi amigo, pero, aún me pregunto por qué se ha ido, dejándome sola en aquel lugar - pensaba Marie.
Mientras tanto, buscaré algo de comida, me sentaré aquí y miraré pasar a la gente.
Caminaba hacia aquel sitio, donde la lluvia nos guió a aquel señor y a mí, esperando su regreso, con las cajas que ya tenía, decidí hacerme una casa, donde viviríamos mi pequeño peluche Abrazitos, y yo. Por suerte, encontré una pintura de color azul entre los bolsillos de mi vestido floreado y empecé a pintar la casa, en una parte, dibujé una sonrisa, pero, mi mente seguía recordando a aquel señor y, de algún modo, pensaba en que volvería, por lo que el otro lado de la casita de cartón estaba dedicado a él escribiendo en letras grandes: "SE BUSCA UN SEÑOR CANOSO, TÍMIDO Y DUEÑO DE ESTA CHAQUETA" - No pude evitar la risa, pero, quería tratar de buscarlo fácilmente, por lo que, dejé la chaqueta fuera de la caja, y Abrazitos y yo, refugiados en la casita de cartón, nos pusimos a jugar juntos.
Capítulo 3 - Marie Evans: La caja
sábado, 25 de enero de 2014
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